27 de abril de 2009

CURRICULUM OCULTO

Nosotros como profesores y profesoras, indistintamente de la forma en que eduquemos, transmitimos más lo que somos que lo que sabemos. Así, pues, ya sea que instruyamos o eduquemos, estamos enseñando, aún cuando no estemos conscientes de ello, una filosofía de vida, nuestra filosofía de vida.
Los conceptos que tengamos sobre la educación determinan en gran medida nuestro estilo docente: la forma en que concebimos al alumno, a nosotros mismos como docentes, a la educación misma y al objeto de conocimiento, entre muchas otras variables, determinarán nuestras acciones en el aula. Es por eso muy importante que nos demos tiempo para analizar, reflexionar, pensar, meditar, jerarquizar e incluso desechar concepciones.
Por ejemplo, si yo concibo a mi alumno como un ser con grandes potencialidades que esperan la oportunidad de concretarse (como un gran bloque de mármol que esconde al David de Miguel Ángel al que solo hay que sacar lo que sobra), mi acción docente se encaminará a propiciar situaciones y espacios a través de los cuales pueda desarrollar esas potencialidades. Pero si yo concibo a mi alumno como un mero recipiente donde introducir conceptos, me limitaré a instruir perdiendo esa oportunidad, y además me estresaré pues aparecerán conflictos derivados de no tratarlo como una persona, y veré la clase como una lucha.
Efectivamente, en el proceso de la educación se conjugan de manera ineluctable dos variables de primera índole: El educador y el educado. La concepción que el primero tenga de él mismo y la que tenga de su educado, darán, por definición, un resultado diferenciado en cada uno de ellos. Este es un punto en el que poco o nada reparamos aquellos que tenemos la gran responsabilidad de formar personas con un futuro como adultas. De hecho se nos olvida que "cada vez que nace un niño nace un genio", y que parte esencial de nuestra responsabilidad es la de desvelar la genialidad del educando, pues no todos los que acuden a nuestras aulas lo hacen respondiendo a la vocación, pues muchos, como en todos los oficios, lo hacen con la finalidad de acceder a un medio que les asegure un sustento en su próximo devenir.
En nuestra calidad de educadores, trascendemos de una manera muy especial. Nosotros, cuando hacemos bien nuestra tarea, vivimos en la mente de nuestros educandos. Éstos, sin importar el tiempo que pase, se sorprenderán recordándonos con agrado, pues habremos dejados en ellos una huella indeleble. Huella que a su vez transmitirán inconscientemente (o conscientemente) a aquellos con los que convivan, ya sea éste un convivir familiar, laboral, empresarial o social. Todos nosotros recordamos algún profesor o profesora de nuestra época de estudiantes que nos marcó, y que ha influido después en nuestras vidas. Nosotros podemos, y debemos, ser esa persona que deje huella en nuestro alumnado, que en un futuro serán personas adultas, trabajadoras, padres o madres...
Por estos motivos, nuestra formación como personas es de suma importancia. La formación que nos ofrece la Administración se limita a formarnos como formadores, en las TIC, recursos pedagógicos, y demás, pero nuestra formación para ser personas nos la tenemos que pagar, o en el mejor de los casos adelantar de nuestro bolsillo. ¿Cómo vamos a enseñar a nuestro alumnado a ser personas, como dicta además la nueva Ley, si nosotros mismos a veces no sabemos serlo? La Administración tendría que realizar un esfuerzo en cambiar o ampliar la oferta de formación e invertir en el crecimiento personal del profesorado, que tendría grandes consecuencias en la mejora de la conflictividad y de la motivación del alumnado, en su educación y en nuestra salud laboral.

LO QUE NO SE ENSEÑA EN LA ESCUELA

Bill Gates dio una conferencia en la Universidad de Yale dirigida a estudiantes y progenitores sobre protectores con unos hijos muy consentidos que sienten que todo lo merecen, en la cual expuso 11 reglas para la vida que no se enseñan en la escuela:

1. La vida no es justa, acostúmbrate a ello.

2. Al mundo no le importará tu autoestima. El mundo esperará que logres algo, independientemente de que te sientas bien o no contigo mismo.

3. No ganarás U$S 5000 mensuales justo después de haber salido de la Universidad y no serás un vicepresidente hasta que con tu esfuerzo te hayas ganado ambos logros.

4. Si piensas que tu profesor es duro, espera a que tengas un jefe. Ese sí que no tendrá vocación docente ni la paciencia requerida.

5. Dedicarse a cocinar hamburguesas no te quita dignidad. Tus abuelos te­nían una palabra diferente para describirlo:le llamaban Oportunidad.

6. Si metes la pata, no es culpa de tus padres ni de tus profesores, así que no lloriquees por tus errores: aprende de ellos.

7. Antes de que nacieras, tus padres no eran tan "aburridos" como son ahora. Empezaron a serlo al pagar tus cuentas, limpiar tu ropa y escu­char tus quejas. Así que, antes de em­prender tu lucha por las selvas virge­nes contaminadas por la generación de tus padres, inicia el camino limpiando las cosas de tu propia vida; empezando por tu habitación.

8. En la escuela puede haberse eliminado la diferencia entre ganadores y perdedores, pero en la vida real no. En la escuelas te dan las oportunidades que necesites para ir aprobando tus exámenes y para que tus tareas sean cada vez más fáciles y llevaderas. Eso no tiene ninguna semejanza con la vida real.

9. La vida no se divide en semestres. No tendrás largas vacaciones de verano, de Pascua, de Navidad, del patrón del colegio, etc..., y muy pocos jefes se interesarán en ayudarte a que te encuentres a ti mismo. Todo esto tendrás que hacerlo -si lo deseas - en tu tiempo libre.

10. La televisión no es la vida diaria. En la vida cotidiana, la gente de verdad tiene que salir del café de la película, para irse a trabajar.

11. Sé amable con los más aplicados de tu clase. Hay muchas probabilidades de que termines trabajando para uno de ellos.

Deduzco pues que el ambiente escolar y lo que se enseña en la escuela no tiene mucho que ver con la vida real.
Ya la conocida Louise L. Hay comentó, recordando sus días de escuela: “Podría haber sido maravilloso si, en lugar de tener que memorizar todas esas fechas de batallas, a mis compañeros y a mí nos hubieran enseñado a pensar, a amarnos a nosotros mismos, a mantener unas buenas relaciones con los demás, cómo ser unos buenos padres, a saber administrar y gastar nuestro dinero y cómo conservar nuestra salud.”
Leyendo otro libro descubrí que habían hecho en EE.UU. un estudio en el cual se había preguntado a mil personas de treinta años si tenían la sensación de la enseñanza secundaria les había ofrecido las habilidades necesarias para enfrentarse a la vida. Más del ochenta por ciento de ellos respondieron: “No, en absoluto.” También se les preguntó que desearían que les hubieran enseñado, y las respuestas con más puntuación fueron cuestiones vinculadas con las relaciones humanas: cómo llevarse mejor con las personas con las que uno convive, cómo encontrar trabajo y cómo conservarlo, cómo actuar en situaciones de conflicto, cómo ser un buen padre o una buena madre, cómo entender la evolución normal de un niño, cómo administrar el dinero... y cómo captar el significado de la vida.
Casualmente, hay muchos puntos en común. Estos puntos son en realidad los aspectos que más afectan a las personas en el día a día, y los que se tendrían que trabajar en una buena educación (enseñar a ser, saber hacer i saber estar). Hay que diferenciar entre educación e instrucción. La finalidad de la educación es precisamente que el alumnado adquiera todas estas habilidades o competencias. La instrucción se refiere sólo al Currículum que se ha de enseñar en clase (Conceptos, Procedimientos, Competencias Básicas), que también se han de dar, aunque no es incompatible con la educación. Y esto no se enseña en una asignatura aparte o en tutoría, sino en el día a día de clase y en cualquier asignatura. Por ejemplo, si tienes que enseñar economía, empieza por la economía familiar y después la extrapolas a la economía de empresa, de lo práctico cotidiano a la teoría pura. O si te aparece un conflicto en clase, resolverlo en el momento, aunque implique retrasar la clase, pues también estás educando en la resolución de conflictos.
Nuestra función es pues enseñar a nuestro alumnado a mobilizar todos estos recursos personales (saber actuar) para alcanzar la realización personal y convertirse así en persones responsables, autónomas y integradas socialmente, para ejercer la ciudadanía activa, incorporarse a la vida adulta de manera satisfactoria y ser capaces de adaptarse a las nuevas situaciones y de desarrollar un aprendizaje permanente durante toda su vida. Si nos limitamos a instruir (currículum y currículum) estamos perdiendo una gran oportunidad de poder educar a nuestra sociedad futura, y no tendremos derecho a quejarnos por la juventud de hoy en día. Todos somos parte del problema, pero también parte de la solución.

20 de abril de 2009

ORIGENES DEL FRACASO ESCOLAR

En la entrada de bienvenida de este blog me preguntaba si se habían hecho estadísticas o encuestas sobre las verdaderas causas del fracaso escolar, que comenté que eran más propias de la problemática individual interna del alumnado y sus circunstancias que no causas sociales, económicas o culturales. Pues he encontrado un blog que afirma que si que existen y expone los datos.
http://nahnimaku.lacoctelera.net/post/2007/11/24/el-fracaso-escolar

En él se comenta que efectivamente el fracaso escolar en España es muy elevado, y estamos casi en la cola de Europa. Pero luego comenta que se han realizado varios estudios sobre las causas del fracaso escolar y hace una especie de resumen.
Del conjunto de causas, sólo un 2 % corresponde a factores intelectuales, tanto por debajo (CI<85),>130) que es superdotado que no se detecta, que se aburre en clase y se desmotiva (el otro día oí en la radio que a los superdotados no se les detecta en la etapa escolar).
Hay un 29 % que se debe a trastornos del aprendizaje (como la dislexia, alteraciones sensoriales, físicas, tartamudez, etc.) que es conveniente detectarlos lo más precozmente posible (en Primaria), y lleguen diagnosticados a Secundaria. Que yo sepa, esto ya se hace, aunque no de forma exhaustiva o sistemática.
Existe, sin embargo, un 30 % debido a factores emocionales de todo tipo (como la depresión, la baja autoestima, trastornos de ansiedad, y luego ya complicaciones más severas, como psicosis o neurosis).
Se puede añadir otro 10 % que corresponde al TDAH (Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad) que los psicólogos creen que es el problema, cuando seguramente no es más que un síntoma más de otras causas de fondo.
Y finalmente queda un 29 % como otras causas.
No se olvidan del papel de la familia, que consideran, como yo, un factor importante. Influye enormemente en la estabilidad emocional del alumnado y su equilibrio afectivo, perjudicando su rendimiento (al tema afectivo no se le da la suficiente importancia pero tiene más de la que se cree). Todos sabemos que hay ciertas situaciones que afectan al rendimiento escolar como son la muerte o enfermedad grave de un ser querido, una separación o divorcio de los progenitores y/o la posterior unión de estos con otra pareja, el nacimiento de un nuevo hermano, etc. que hay que enfocarlas bien para minimizar los efectos. En estos casos lo único que podemos hacer es un acompañamiento y un seguimiento, pero es una variable que no depende de nosotros.
Y también sabemos que el estilo educativo de los progenitores/tutores también afecta mucho al rendimiento escolar. Los extremos no son buenos, y tanto una severidad excesiva o disciplina extrema, o un perfeccionismo exagerado, como el exceso de protección y mimo, pueden afectar negativamente el rendimiento. Tampoco ayuda que los progenitores tengan estilos educativos muy diferentes, por el desconcierto que les genera o el aprovechamiento que puedan hacer (que ya sabemos que de tontos no lo son y saben qué pedir a quien para conseguirlo o saltarse el castigo y las responsabilidades con la complicidad del otro).
Otro factor que se comenta es la falta de control de los progenitores (ya sea por dejadez o por ausencia por motivos laborales) sobre la televisión, los videojuegos, el ordenador, internet. En el caso de los padres ausentes ¿cómo van a poder educar a sus hijos aunque quieran?
Además, si no se les ha educado bien, cuando llegan a la adolescencia aparecen los problemas del alcohol, las drogas, el sexo sin protección, las actitudes violentas y las actividades de riesgo. Y todo esto son consecuencias, que se han de prevenir mucho antes. Lo que yo digo, si tu hijo o hija están bien educados, ya pueden ir con quien quiera y donde quiera, que no abusará de nada, pero si no, ya lo puedes controlar que esté donde esté siempre conseguirá las drogas y el alcohol y se juntará con quien menos le conviene.