28 de julio de 2009

ACTITUDES DE FRACASO II

Las actitudes antes comentadas de la atribución causal externa o interna y la de confianza en las propias capacidades y habilidades se suelen adquirir fuera del ámbito escolar, pero se pueden modificar en el día a día de clase.
Pero ¿qué es una actitud? La actitud consta de tres elementos: creencia o pensamiento, emoción y conducta. Ante un suceso nuestras propias creencias provocan emociones, y estas emociones son las que nos llevan a realizar las conductas que, a su vez, tienen unos resultados .
Por ejemplo:

Tengo un examen de Mates -> Las Mates son muy difíciles ->
______(Hecho)_______________(Creencia)

Desánimo -> No estudio lo suficiente -> Suspendo el examen
(Emoción)______(Conducta)_________(Resultado)

Aunque parezca lineal, en realidad es circular, pues el resultado confirma internamente la creencia formando un bucle del que es difícil salir solo.
¿Qué es lo que hace que ante un mismo suceso cada cual responda de forma diferente? La diversidad precisamente, que no es más la diferencia de creencias y valores individual.
Dependerá de la habilidad y experiencia del profesorado para detectar y romper estos bucles de actitud negativos y limitadores en el alumnado, cambiándolos por los positivos.
Algunas técnicas que pueden ayudar a trabajar con actitudes son las siguientes:
La PNL (Programación Neuro-Lingüística) dice que hay que vigilar la forma en que nos comunicamos, pues transmitimos más de lo que queremos decir. Transmitimos actitudes y formas de pensar, nuestras propias creencias, y a su vez reforzamos en el oyente estas mismas actitudes. Cuando haces una afirmación o una pregunta, esta lleva implícita una o más presuposiciones. Una presuposición es una suposición que tiene que ser aceptada como cierta antes de aceptar la afirmación o pensar en la respuesta. Así pues, en nuestro caso, tu forma de decir las cosas puede transmitir confianza en las capacidades del que escucha o reforzar su incompetencia, y lo mismo pasa con si el mérito es suyo o es cuestión de azar.
Ejemplo: Le devuelves a un alumno un trabajo corregido y le comentas:
a) “Te ha salido muy bien, un Notable” y él te contesta “¡Qué suerte!”
Presuposición: el mérito no es tuyo, es cuestión de azar.
b) “Lo has hecho muy bien, te mereces un notable” y él contesta “Me lo he currado”
Presuposición: el mérito es tuyo y fruto de tu bien hacer.

La PNL incorpora en el lenguaje cuatro presuposiciones fundamentales:
□ Cada cual tiene los recursos que necesita o puede adquirirlos (el sabio maestro no es el que sabe todas las respuestas sino el que tiene todas las preguntas sabiendo que el alumno o alumna tiene todas las respuestas).
□ En cualquier situación cada cual toma la mejor opción que puede (todos hacemos las cosas lo mejor que sabemos, y a medida que aprendemos las vamos haciendo mejor).
□ El comportamiento humano está dotado de propósito (nos movemos por objetivos y valores, y si cambiamos éstos indirectamente cambiaremos el comportamiento).
□ Si quieres comprender, actúa (no basta con ser conscientes, hay que ponerlo en la práctica: pro-actividad).

El Coaching es una técnica que sirve para ayudar a los demás a alcanzar sus objetivos. Una forma de trabajar en clase es precisamente por objetivos, y de hecho están presentes en la programación del curso y los podemos sacar del currículum. Así pues nosotros mismos podemos utilizar el Auto-coaching para lograr con el alumnado los objetivos que nos marcan o nos hemos marcado, o aplicarlo para orientar al alumnado a lograr los objetivos del curso, trimestre o tema. El buen coach trabaja siempre para ser superfluo y no para ser indispensable, y como el resultado del coaching es la excelencia a largo plazo y la capacidad del cliente para avanzar por sí mismo, puede ser una buena técnica para fomentar la autonomía del alumnado y enseñarle a trabajar por objetivos. Como incita a la acción para lograr los objetivos es una técnica pro-activa.
La educación con Inteligencia Emocional (IE) aporta una serie de herramientas y prácticas que ayudan a una buena educación en autodisciplina, responsabilidad e inteligencia social y emocional. ¿No es precisamente esto lo que queremos en nuestro alumnado? Trabajarían más y mejor y habrían muchos menos conflictos. Antes de que Daniel Goleman creara el concepto, solo se media el coeficiente intelectual (CI), pero una persona podía ser muy inteligente pero ser una nulidad en cuanto a relaciones sociales, empatía, autocontrol, saber trabajar en grupo..., con lo cual este coeficiente no era suficiente. Se olvidaba de una parte muy importante del ser humano, como son las emociones. Los objetivos de la educación con inteligencia emocional son precisamente enseñar a:

1. Ser conscientes de los propios sentimientos y de los de los demás.
2. Mostrar empatía y comprender los puntos de vista de los demás.
3. Hacer frente de forma positiva a los impulsos emocionales y de conducta y regularlos.
4. Plantearse objetivos positivos y trazar planes para alcanzarlos (pro-actividad).
5. Utilizar las habilidades sociales positivas a la hora de manejar las relaciones.

En todas ellas he colocado entre paréntesis la proactividad. Ello es debido a que la mayoría del alumnado que suspende tiene una actitud que el Análisis Transaccional llama pasividad. El AT es una corriente psicológica que se centra en las relaciones personales, llamando a cada unidad mínima de comunicación transacción, y a base de analizarlas a creado toda una teoría sobre el funcionamiento de la mente humana. Tiene todo un capítulo dedicado a la pasividad, y la disgrega en hasta seis grados de pasividad (matriz de descuento: muy útil para orientar hacia la proactividad) y diferenciando cuatro conductas pasivas, muy comunes entre nuestro alumnado, (no hacer nada, sobreadaptación, agitación e incapacitación-violencia). Se entiende por pasividad toda respuesta que no permita resolver cualquier dificultad o problema. Por el contrario las respuestas que conducen a la solución las denomina pro-activas.
Así pues, la función del profesorado como educador consistiría en cambiar actitudes: creencias limitantes por creencias generativas, emociones negativas por emociones positivas más gratificantes y menos conflictivas, y conductas pasivas por conductas pro-activas. Algunas de estas funciones las solemos hacer de forma inconsciente o intuitiva y otras las hemos aprendido, pero otras aún las tenemos que aprender e interiorizar.
* Después de escribir este artículo, el otro día, leyendo en la revista MUFACE (julio-septiembre 2009) un artículo sobre la importancia de la orientación educativa, me llamó la atención una frase: “Los profesores somos personas nacidas en el siglo XX que, con frecuencia, educamos alumnado para el siglo XXI con metodologías del siglo XIX”. A continuación curiosamente realizan una entrevista, muy interesante, con el título “El profesor debe formarse en educación emocional”, en la que el entrevistado dice referiendose al profesorado: “... se precisa sobre todo una sólida formación en educación emocional, tanto para aplicársela a sí mismo como para tenerla en cuenta en la interacción con sus alumnos, familias y compañeros. Sin unas habilidades mínimas de tipo social y emocional, sus muchos conocimientos y destrezas adquiridos le van a servir de bien poco.”

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